La historia de cómo Joaquín Leal Jimenez y Alex Saab intentaron reactivar la industria del aluminio en Venezuela

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Por Valentina Lares | Roberto Deniz
armando.info

A través de una empresa registrada en México, Consorcio Panamericano de Exportación, sin trayectoria o experiencia conocida, Joaquín Leal hizo una atrevida propuesta a la Corporación Venezolana de Guayana para “reactivar” la industria del aluminio, paralizada tras el apagón de marzo de 2019. El negocio planteaba pagar el suministro de electricidad a las empresas estatales a cambio de pagos en especie con el metal.

Al mismo tiempo que Joaquín Leal, Alex Saab y sus socios encaminaban desde mediados de 2019 el bypass para ayudar al régimen de Nicolás Maduro a sortear las sanciones estadounidenses con la venta de petróleo y carbón venezolano, intentaron estirar aún más el límite de sus negocios con el Estado chavista hasta llegar a las puertas de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), el conglomerado de empresas básicas, otrora baluarte en la producción de hierro y aluminio en el sur del país, pero hoy parte de la cosecha de escombros industriales que ha dejado tras de sí la autodenominada Revolución Bolivariana.

Según se desprende de un amplio legajo de documentos, obtenido y procesado de manera conjunta por el diario español El País y Armando.info, y que ha dado origen a la presente serie de reportajes de investigación, “El bypass mexicano contra las sanciones”, una empresa desconocida en las lides de la producción de materias primas, de nombre Consorcio Panamericano de Exportación (Copaex), propuso a la presidencia de la CVG un plan para la “reactivación de la industria del aluminio en Venezuela”.

El proyecto con la CVG fue otra de las ideas del empresario mexicano Joaquín Leal Jiménez, aliado de Alex Saab en México, quien activó una red secreta de comercialización de commodities venezolanos diseñada a partir de una solicitud original de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, para solventar los inconvenientes generados por el apagón nacional de cinco días continuos en marzo de 2019. Por una sutil ironía, había sido la crisis eléctrica la que condenó a la inoperancia a la industria estatal del aluminio: la electricidad, abundante, continua y barata, es una de los suministros indispensables para su producción. Para concentrar el aluminio en sus celdas, Alcasa y Venalum, las dos empresas de la CVG destinadas al mercado de ese metal, requieren de unos 1.500 megavatios al día.

El apagón representó el tiro de gracia para un parque industrial que llegaba a marzo de 2019 con una producción equivalente a apenas 10% de su capacidad instalada. Era la culminación de un declive que empezó en 2010, cuando el fallecido expresidente Hugo Chávez ordenó la paralización de la industria del aluminio para ahorrar energía eléctrica durante la primera gran crisis del servicio, oficialmente achacada a la sequía de ese año y a la reducción del nivel en la represa del Guri. Si desde entonces la producción de ese conglomerado de empresas transformadoras de minerales nunca volvió a ser la misma, con el apagón de 2019 cayó a cero.

Mal que por bien le vino a Leal

La debacle, sin embargo, lucía como una oportunidad de negocios para Leal, quien despuntaba en México como empresario del sector eléctrico. Vio al alcance de su mano la posibilidad de añadir otra materia prima venezolana a su portafolio de productos para el mercado global.

A través de la desconocida Copaex, propuso a la contraparte venezolana hacer una sola inversión de 300 millones de dólares para proveer y transportar “plantas de generación a base de gas con capacidad de 200MV” que, junto a una alianza con la estatal Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), sería suficiente para activar, en nueve meses, 125 de las 905 celdas de aluminio paralizadas por el apagón de marzo de 2019.

Al cabo de un año más, según el documento que fue dirigido con toda familiaridad al “licenciado Pedro”, en referencia a Pedro Maldonado, presidente de la CVG y hombre de confianza del vicepresidente de Economía, Tarek El Aissami, Leal y Copaex calculaban que ya podían estar activas todas las celdas.

“Copaex enviará plantas generadoras a Venezuela a partir de Julio de 2019 y espera completar la capacidad instalada de 200 MV en los próximos 12 meses. Con los 16 MV se estima que se reactiven 10 celdas con una producción de 510 toneladas al mes. Para iniciar con la producción se requiere firmar un acuerdo de colaboración entre Venalum y Copaex en los cuales se determinaran [sic] las aportaciones de las partes y el beneficio de las mismas”, dice la propuesta en tono optimista, con fecha del 10 de junio de 2019.

Aunque en la carta dirigida al presidente de la CVG la compañía mexicana aseguraba que solo la movía a presentar la propuesta su “compromiso con el desarrollo industrial de Venezuela”, y destacaba que la experiencia de Leal se había acumulado en el negocio eléctrico, el plan se quedaba corto a la hora de avizorar el eventual rescate de la industria venezolana del aluminio.

La propuesta de negocios reconocía que para activar todas las celdas de aluminio hacía falta una generación de por lo menos 1.448 megavatios, pero no revelaba si la nueva capacidad añadida era parte del convenio propuesto o a cuántas plantas de generación eléctrica equivalía. De hecho, terminaba por asignar explícitamente a la estatal Corpoelec la responsabilidad de generar y suministrar unos 1.250 megavatios desde la proyectada hidroeléctrica de Tocoma, sobre el cauce bajo del río Caroní, que nunca entró en servicio a pesar de que el Estado le inyectó cerca de 10.000 millones de dólares. Eso sí, deja claro que los réditos de Copaex le serían pagados “en especie con aluminio producido”.

Carta de propuesta del Copa… by ArmandoInfo

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