Por Eva Cordero | Opinión
El Real Valladolid Club de Fútbol es uno de los equipos, algunos en América y otros en Europa, sobre los que ha caído una especie de “maldición” o “mala racha”, a la vez que se sabe o se sospecha pudieran guardar relación con inversionistas vinculados con la corrupción y el blanqueo. El club, que en papeles pertenece al exfutbolista brasileño Ronaldo Nazário, ha descendido a la Segunda División española tras una temporada decepcionante.
El Real Valladolid no es el único caso de un club español que ha visto afectada su imagen y su rendimiento por la presencia de capitales de origen dudoso. Otros ejemplos son el Málaga CF o el Albacete Balompié, en donde han tenido participación de alguna forma, indirecta o directamente los hermanos venezolanos-libaneses Kabchi, relacionados en Venezuela con el Banco Caroní.
Uno de los nombres que se han repetido en tramas financieras millonarias en perjuicio del Estado venezolano es el de Danilo Diazgranados Manglano, quien se sospecha ha sido tras bambalinas uno de los inversores del Real Valladolid, a través de su socio Octavio Boccalandro. Díazgranados, con quien el propio Ronaldo Nazário ha reconocido mantener una amistad, fue el encargado de comprar bonos británicos con 1.300 millones de libras esterlinas provenientes del Fondo de Desarrollo Nacional de Venezuela y de quedarse, en medio de la operación, con una jugosa comisión. En ese momento, el entonces ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, era el presidente del Fondo, mientras que la secretaría del ente la llevaba la ex tesorera nacional Claudia Díaz Guillén, quien en abril de 2023 fue condenada en Estados Unidos a 15 años prisión tras ser acusada de cargos de corrupción y lavado dinero. En los años 90's, Díazgranados fue acusado de haber estado supuestamente implicado en una serie de seis explosiones ocurridas en distintos puntos de la ciudad de Caracas, que lograron que bajaran los valores de la Bolsa de Caracas y el precio de los bonos venezolanos en mercados internacionales. A Díazgranados, específicamente, lo señalaban de ser cómplice de la colocación de un coche-bomba en un centro comercial cercano a la Base Aérea de La Carlota. Eso sin mencionar otros escándalos financieros en los que se ha visto envuelto Diazgranados.
La FIFA ha defendido en varias ocasiones el "Fair Play" o "juego limpio" financiero, que busca evitar que los clubes se financien con fondos ilícitos. Sin embargo, en equipos como el Real Valladolid parece quedar en entredicho ese principio, lo que genera una pérdida de credibilidad del fútbol español.
La situación del Real Valladolid pudiera equipararse a la de equipos del fútbol profesional en Venezuela, de primera división, algunos de cuyos accionistas, actuales o anteriores, han figurado en escándalos de corrupción, políticos y de otra naturaleza. Están los casos de clubes como el Deportivo Táchira, Estudiantes de Mérida, el Caracas Fútbol Club, entre otros. Casos semejantes se ven en otros equipos de Suramérica.
El Real Valladolid tiene una larga historia en la Primera División española, donde ha jugado en varias ocasiones desde su fundación en 1928. El club juega sus partidos como local en el Estadio José Zorrilla, que tiene una capacidad para más de 26.000 espectadores y que ha acogido varios partidos de la Selección Española de Fútbol. Sin embargo, la trayectoria del club se ha visto empañada por la sombra de su relación con personajes controversiales y el fracaso deportivo que planea sobre el club.
El fracaso deportivo del Real Valladolid
El Real Valladolid se despidió de la Primera División tras firmar un empate ante el Getafe en el último partido. Un encuentro que supuso el golpe final para una hinchada que ha sido el único pilar que ha estado a la altura -récord de socios- en una campaña llena de amarguras y que comenzó a torcerse el pasado verano con una decisión de Ronaldo Nazario, el propietario y presidente de la entidad blanquivioleta, que aún duele a orillas del Pisuerga.
Ronaldo decidió modificar el diseño del escudo del Real Valladolid, argumentando el cambio con la excusa de darle un aire mucho más actual. El Pucela, que tenía uno de los escudos más hermosos de todo el fútbol español -probablemente el que más- pasó a tener un esperpento por escudo, una burla que indignó a buena parte de una hinchada que sintió que, sin razón alguna, le arrancaban de golpe el alma de su corazón.
Durante toda la temporada numerosos aficionados han expresado su descontento con la decisión de Ronaldo. Sin dejar de respaldar a su equipo, han dejado claro al brasileño que no comparten su incomprensible cambio de escudo.
En la mañana del lunes 5 de junio, Ronaldo ofrecía una rueda de prensa en la que arremetía duramente contra la afición que critica el cambio de escudo: "No estoy de acuerdo con lo que dicen porque hemos estado consultando a los aficionados y no hay consenso claro con lo del escudo. Hay unos cuantos radicales que no aceptan el cambio ni la evolución ni la mirada hacia el futuro"
Ronaldo asegura que "tenemos el 91% de aprobación. Siento el cariño y respeto del aficionado de la ciudad. Y eso cada vez me da mas fuerza. Trabajamos escuchando y dialogando con la gente. Los radicales nos piden ayuda para comprar banderas y para financiar sus acciones en la grada. Y cuando decimos que no, viene una reacción en forma de critica. Existen muchos beneficios en juego. Y no es porque hemos cambiado el escudo es porque no tienen los beneficios que tenían antes. No podemos pensar en los radicales y sí en la afición".
Unas palabras que no se ajustan a la realidad que enfurecen, aún más, a una afición desilusionada con un proyecto que se tambalea. Son dos descensos en tres años. Deportivamente la gestión es un completo desastre. La labor de la dirección deportiva liderada por Fran Sánchez este pasado verano fue lamentable. Ni un solo fichaje de las seis caras nuevas -Feddal, Malsa, Juanjo Narváez, Kenedy, Sergio Asenjo y Escudero- fueron titulares habituales ni en el once de Pacheta ni en el de Paulo Pezzolano -el técnico uruguayo fue una apuesta personal de Ronaldo que no salió bien-, como lo ha señalado la prensa deportiva en España.
Especialmente sangrantes fueron los casos de Narvaéz, un jugador apartado del Real Zaragoza sin nivel de Primera, Feddal -lo único que ha hecho es autoexpulsarse en la eliminatoria copera ante el Deportivo Alavés a los cinco minutos de partido-, Malsa -el ex de Levante y Mirandés es una sombra por el campo- y un Kenedy que llegó del Chelsea con la vitola de fichaje estrella y ocupando un gran espacio en el límite salarial, pero que es de cristal y ha encadenado lesión tras lesión.
El conjunto pucelano reaccionó en el mercado invernal con los fichajes de Cyle Larin, Hongla, Machís y Amallah. Cuatro fichajes que han dado un gran rendimiento, pero los problemas físicos del venezolano y el marroquí, han terminado por hundir a un equipo que decidió prescindir de un Pacheta al que se le fue de las manos el vestuario, pero al que la arriesgada apuesta por un técnico uruguayo que jamás entrenó en España no salió bien.
Ronaldo, que aviva el fuego al tachar de radicales a todos los que están en contra del cambio del escudo -la mayoría de la hinchada está en contra del nuevo escudo por mucho que diga el brasileño-, ha asegurado que no piensa vender el club y que confía tanto en Fran Álvarez como en Paulo Pezzolano para la próxima temporada.
La indiferencia de Nazario en el día a día del equipo -aún resuena su viaje allá por mayo de 2021 a Formentera el mismo día que el Valladolid caía goleado en San Sebastián y casi sellaba su descenso a Segunda-, el poner a amigos de cuestionable preparación en puestos clave como Paulo André Benini, designado a dedo para manejar y controlar todo el área deportiva como Director del Área de Estrategia Deportiva o Julio Baptista como entrenador del Real Valladolid B, cuyas decisiones desconciertan a los que siguen al filial blanquivioleta hierve la sangre de una afición que padece por un incomprensible cambio de escudo y que encima se traga un nuevo y dramático último descenso.
La cuerda sigue estirándose demasiado y está cerca de romperse.
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