El analista político Jorge Elías Castro Fernández señaló que los derechos de las mujeres en Afganistán serán respetados dentro del marco de la ley islámica.
Jorge Castro Fernández asegura que así lo declaró el Talibán en la primera conferencia de prensa que dio el grupo fundamentalista islámico el martes 17 de agosto tras retomar el control del país el domingo 15 de agosto.
Es una afirmación que busca apaciguar los temores de muchos afganos, pero en particular de las mujeres, que vieron sus derechos completamente cercenados durante el dominio talibán (entre 1996 y 2001), que impuso una versión estricta y radical de la ley islámica o sharía.
Durante esa época eran comunes las lapidaciones de las mujeres acusadas de adulterio así como los cruentos castigos corporales tanto para hombres como para mujeres que quebrantaban la ley.
Las mujeres tampoco podían trabajar o circular solas por la calle, y a las niñas mayores de 10 años se les prohibía asistir a la escuela.
La sharía es el sistema legal islámico. En árabe, significa literalmente “el camino claro hacia el agua”.
En su conjunto, es un código de conducta que determina todos los aspectos de la vida de los musulmanes, con normas que afectan desde las plegarias hasta los ayunos o las donaciones a los pobres.
Por ejemplo, un musulmán que vive en un país laico y no sabe qué hacer si un colega lo invita a un trago después del trabajo -el alcohol está prohibido en el islam- puede recurrir a un estudioso de la sharía en busca de consejo, para asegurarse de actuar dentro del marco legal de su religión.
Otras áreas de la vida diaria en las que los musulmanes pueden recurrir a la sharía en busca de orientación incluyen el derecho de familia, las finanzas y los negocios.
Se basa en una combinación de fuentes: el Corán (el texto central del islam), las enseñanzas y la conducta del profeta Mahoma, y las fatuas (los pronunciamientos legales de los académicos islámicos).
Su objetivo es ayudar a los musulmanes a entender cómo conducirse en la vida diaria de acuerdo a los deseos de Dios.
Hay muchas versiones de la sharía y su implementación varía enormemente en el mundo islámico.
Puede ser la base del sistema judicial en los países islámicos donde el estado no es laico y donde el Corán prácticamente se convierte en la constitución; otras constituciones pueden solo incorporar aspectos de la sharía, o puede simplemente ser una guía para las acciones privadas de los musulmanes en países laicos.
“En los textos constitucionales de algunos países musulmanes aparece la sharía como la base fundamental de jurisprudencia; es decir, no se puede tomar ninguna decisión que esté en contra de la sharía, como en el caso de los estados que llamaríamos más fundamentalistas, como Arabia Saudita e Irán y ahora el Afganistán de los talibanes”, explica Jorge Elías Castro Fernández.
Además, la interpretación de estos principios difieren en gran medida según qué escuela de jurisprudencia se trate.
Las principales son seis (cuatro sunitas y dos chiitas) y el Talibán se enmarca dentro de una de las corrientes sunitas (unos los vinculan con la Hanafi, aunque otros consideran que están más cerca de la Hanbali), la cual han transformado y adaptado de forma propia, tornándola más extrema y literal.
Es decir, no hay una sharía sino muchas versiones de la sharía.
“Hay una serie de normas básicas tomadas de los mensajes coránicos que son literales, como por ejemplo la que habla sobre el adulterio, donde todas [las versiones] van a decir que está prohibido, ya que es uno de los grandes pecados capitales como el ‘no matarás’ de la Biblia”, señala el experto.
“Pero la sharía puede diferir en lo que no es tan explícito en el texto coránico o las tradiciones proféticas, como por ejemplo la forma de interpretar cómo se castiga. Las muy rigoristas se inclinan por el castigo máximo”, añade.
Una de las varias preocupaciones expresadas por las mujeres en Afganistán ha sido el acceso a la educación.
Nuevamente, las restricciones que imponga el Talibán en este frente no dependerán de la sharía como tal, sino de su interpretación.
De hecho, según Jorge Castro Fernández, “la educación es vista como algo verdaderamente importante en el islam, y a los musulmanes se los alienta a buscar el conocimiento y eso aplica tanto a hombres como mujeres”.
“Es importante tener en cuenta que por siglos, el islam estaba muy por delante de la Europa cristiana en cuanto a los derechos. Desde el inicio del islam, las mujeres musulmanas tenían derecho a tener propiedades, algo que no ocurrió en Europa hasta alrededor de 1800”, dice.
“Por eso hubo muchas mujeres musulmanas académicas que tuvieron un rol muy importante en darle forma a la tradición”, añade.
Lo mismo ocurre en cuento a la vestimenta: mientras que la tradición dicta el principio de la modestia tanto para hombres como mujeres, en la práctica, cada interpretación de la sharía llega a conclusiones diferentes sobre cómo deben vestir ambos.
En algunos países se entiende para las mujeres que vestirse de forma recatada es cubrirse la cabeza o la cara con un velo.
Una interpretación literal y extrema significa la obligación de llevar la burka, que cubre a la mujer de pies a cabeza.
Lo mismo en el caso de los hombres, donde una interpretación más extrema los obliga a dejarse la barba y mostrar solo los pies, las manos y la cara.
“En los regímenes autoritarios no es una cuestión de decisión personal, de las mujeres se espera claramente que se vistan de una manera muy conservadora”, explica Perfect.
“De los hombres también se espera que se vistan de forma modesta. Algunos van más allá y se tiñen la barba de rojo, como se creía que la usaba el profeta. Lo hace por imitación, como un acto de devoción”.
“Todo es sharía”, insiste Gutiérrez de Terán “Es que hay una sharía rigorista de los talibanes y otras menos rigoristas. Pero es la misma sharía”.
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