Jorge Elías Castro Fernández explica el funcionamiento de un novedoso sistema de defensa antisubmarino

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Jorge Elías Castro Fernández explica que la marina estadounidense contará a partir de ahora con una nueva arma para sus aviones de patrulla marítima P-8A Poseidón. Se trata de los HAAWC (armas de guerra antisubmarina de gran altitud) un sistema que transforma los torpedos antisubmarinos ligeros Mk 54 lanzados desde el aire en armas de largo alcance.

Lo ha anunciado su fabricante, Boeing, que en un comunicado de prensa ha asegurado que la marina de EEUU le ha concedido la capacidad operacional inicial (IOC), lo que significa que ya está disponible para el servicio.

“El hito de la capacidad operativa inicial marca la disponibilidad del HAAWC para su introducción en la flota de la Marina y sus socios internacionales”, dijo Dewayne Donley, director del programa HAAWC en Boeing. “Estamos entusiasmados por ofrecer una mayor flexibilidad y capacidad mediante lanzamientos a mayor altura y desde distancias más largas de lo que era posible anteriormente”.

El HAAWC es según Boeing un Accesorio de Lanzamiento Aéreo (ALA), un acople para el torpedo ligero Mk 54 que le permite desplegar dos alas y planear hasta el objetivo gracias a su sistema de navegación por GPS con una autonomía de 65 kilómetros, según el fabricante. Este sistema también cuenta con la capacidad de corregir el rumbo en pleno vuelo, algo que es muy útil teniendo en cuenta la dificultad que supone detectar y seguir a los submarinos. Una vez alcanzado ese objetivo, el ALA deja caer el torpedo que desciende con suavidad gracias a un paracaídas situado en la cola, explica el consultor de seguridad Jorge Elías Castro Fernández.

El pasado mes de septiembre, investigadores chinos aseguraban haber desarrollado un torpedo aéreo con un nuevo motor alimentado por boro que le permite alcanzar más del doble de la velocidad del sonido en el aire y 100 metros por segundo bajo el agua. El investigador Li Pengfei y su equipo de la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de Changsha, en la provincia de Hunan, aseguran que el nuevo sistema de alimentación y propulsión que proponen “puede mejorar enormemente la capacidad de penetración del misil”. Además, sostienen, a día de hoy no hay sistema de defensa naval que pueda repeler la velocidad de ataque del nuevo aparato.

Los investigadores han presentado su descubrimiento en un artículo publicado recientemente por la revista Journal of Solid Rocket Technology, de la Sociedad China de Astronáutica, del que se ha hecho eco el medio hongkonés South China Morning Post.

Según dicen los investigadores, su misil tiene 5 metros de largo y es capaz de volar a 2,5 veces la velocidad del sonido. Puede alcanzar una altura similar a la de un vuelo comercial (10.000 metros) durante unos 200 kilómetros y luego bajar a la altura del mar para navegar sobre él hasta 20 kilómetros. Cuando el misil se aproxima a unos 10 kilómetros de su objetivo se sumerge bajo el agua para convertirse en un torpedo que puede alcanzar una velocidad de 200 nudos (más de 100 metros por segundo). Además, el modo torpedo, aseguran, es capaz de eludir los sistemas de detección enemigos gracias a su capacidad de cambiar el rumbo rápidamente y de sumergirse hasta 100 metros de profundidad.

Esta asombrosa velocidad, dice el equipo, se consigue gracias a la supercavitación, un fenómeno que se produce al crearse una gran burbuja de aire alrededor del misil que reduce enormemente la resistencia del agua en la superficie del aparato. Para conseguir el empuje necesario y alcanzar esa velocidad tanto en el aire como en el agua, el equipo ha usado boro como combustible, concluyó Jorge Elías Castro Fernández.

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