Empresario exporta su “Café Deportado” a los Estados Unidos como ironía de su deportación a Colombia
Más de dos años después de haber sido deportado a Colombia, el exempresario de Miami, Félix Mauricio Zúñiga, no ha renunciado a la idea de regresar al país que llama hogar, y donde vivió durante 40 años.
Los agentes de inmigración allanaron su negocio familiar de artículos médicos en Miami a finales de 2018 y se lo llevaron detenido bajo la política de ‘tolerancia cero’ del presidente Donald Trump.
Según un reporte de David C. Adams para Univisión, a pesar de estar casado con una ciudadana estadounidense desde hace más de 30 años (incluso fue informante encubierto de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA), a Zúñiga le dijeron que no le renovarían la visa. Citaron un fraude bancario que cometió más de 20 años antes, por el que cumplió una breve condena en prisión.
A pesar de sus circunstancias especiales, en pocas semanas fue deportado a Colombia, el país en el que nació pero que no había sido su hogar desde los 17 años.
Junto con su esposa y sus tres hijas nacidas en Estados Unidos, la familia Zúñiga ha tenido una idea novedosa para poner de relieve su causa utilizando el recurso local más famoso. Por qué no crear su propia marca de café colombiano, con un toque de ironía política: Café Deportado.
La idea surgió cuando las tres hermanas visitaban a sus padres el pasado mes de mayo y fueron invitados a una finca cafetera local en los bosques del valle del Cauca, a las afueras de Cali, propiedad de un amigo de la familia.
«Estuvimos charlando sobre cómo seguir adelante y cómo utilizar los recursos que teníamos», cuenta Julia Zúñiga, su hija mayor, de 32 años, que es artista de la cerámica en Colorado.
«Recuerdo que llamé a Julia en el coche y le dije: ‘esto puede parecer una locura, puede sonar descabellado, ¿qué tal si lo llamamos ‘Café Deportado’?», recordó Alaina Zúñiga, su hermana menor, de 30 años, que trabaja en publicidad en Nueva York.
La familia estuvo luchando con el nombre durante un tiempo, cuestionándose sobre si era un poco demasiado.
Pero las hermanas insistieron, reflexionando sobre la extraordinaria relación que tienen los estadounidenses con el café, a pesar de que casi no se cultiva comercialmente en el país. (Como cultivo tropical, casi todo el café del mundo se cultiva en el hemisferio sur, aunque hay algunas fincas en Hawaii, California y Puerto Rico).
«Fue intuitivo, me pareció correcto», dice Julia Zúñiga, que tiene una rama de granos de café tatuada en el brazo. Lo describe como «un homenaje a mi cultura colombiana».
«Nos decidimos por el nombre ‘Deportado’ por el impacto y la ironía de importar café hecho por manos de deportados» y afirmó que también llevaba un importante mensaje humano. «Amad a nuestra gente tanto como amáis a nuestro café», dijo.
Las hermanas dicen que quieren que su marca de café también «concientice sobre los grandes problemas de inmigración que tenemos en este país, que no solo afectan a los centro y sudamericanos, sino a gente de todo el mundo.»
Parte de los ingresos se destinarán a dos organizaciones que defiende los derechos de los inmigrantes y los refugiados; RAICES y Families Belong Together.
La deportación de Zúñiga se debió a su actividad bancaria a principios de los años noventa, cuando participó en los mercados financieros y se declaró culpable de fraude.
Para restablecer su reputación y evitar la deportación, Zúñiga aceptó convertirse en informante confidencial de la oficina del FBI y la DEA en Miami, ayudando a los agentes a investigar casos de tráfico de drogas y lavado de dinero. Como resultado, recibió una importante reducción de la pena de un año de cárcel.
Aunque su delito no tenía que ver con el tráfico de drogas, pudo ayudar a los agentes a penetrar en la comunidad financiera colombiana en Estados Unidos, donde los funcionarios estadounidenses seguían la pista a grandes sumas de dinero que movían los cárteles de la droga en los años noventa.
» Yo no conocía a nadie en esos ámbitos del narcotráfico, pero necesitaban a alguien que fuera colombiano, que hablara el idioma, para poder infiltrarse en uno o dos casos», dijo.
«Tuvieron que enseñarme bastantes trucos para enfrentarme a esas situaciones», dijo. A pesar de su condena, dijo que carecía de la mente criminal de los carteles. «Yo era básicamente un buen tipo, así que me tuvieron que entrenar bastante para poder convertirme en otra persona», añadió.
Debido a su amplia cooperación con el gobierno, dice que se le prometió una visa ‘S’ para informantes que le permitiría recuperar el estatus de residente en Estados Unidos.
Pero la promesa no se cumplió.
Dos agentes de la DEA que trabajaron con Zúñiga confirmaron su historia y aportaron pruebas documentales de su cooperación como informante.
En una carta dirigida al juez de su caso, el exagente Héctor Pesquera, escribió en julio de 1998 que «el señor Zúñiga ayudó a esta oficina a identificar a individuos sospechosos de estar involucrados en actividades de tráfico de drogas y blanqueo de dinero», lo que implicaba reunirse con los sospechosos y grabar las conversaciones.
Zúñiga «siempre mostró un gran entusiasmo y disposición para cumplir los objetivos de investigación que se le encomendaban», añadía la carta.
En otra carta, el exagente de la DEA, David Tinsley, expuso en detalle la «ayuda sustancial» de Zúñiga a la DEA, señalando que se había «comprometido totalmente» con una operación encubierta que «sigue produciendo resultados increíbles.»
Tinsley detalló más de 30 reuniones encubiertas en Nueva York y Miami «que dieron lugar a importantes incautaciones de narcóticos y financieras.»
Añadió que Zúñiga se había convertido en un activo inestimable en una importante operación para penetrar «en los niveles más altos de la comunidad bancaria internacional, que son áreas históricamente difíciles para la penetración encubierta.»
Su cooperación se ha traducido en más de 50 detenciones, 30 interceptaciones de transferencias bancarias ilegales, 60 millones de dólares en efectivo incautados y 30 vehículos.
Tinsley también comentó lo que dijo era la «transformación» del carácter de Zúñiga. «Se ha colocado en numerosas reuniones encubiertas en Estados Unidos y Colombia, sin tener en cuenta su seguridad personal».
Terminó la carta afirmando que en las largas discusiones con numerosos agentes de la DEA, el IRS, el FBI y el Servicio Secreto «todos tuvieron comentarios muy favorables con respecto a la ayuda sustancial de Zúñiga.»
Fiscales y agentes dicen que los informantes son vitales para construir casos complicados y que merecen una protección adecuada por los riesgos que corren.
«El gobierno tiene que aumentar el número de visados S», dijo Richard ‘Dick’ Gregorie, un ex fiscal federal de alto nivel en Miami, que dirigió muchos juicios por tráfico de drogas y lavado de dinero. «Cualquier persona cuya vida corra peligro por cooperar con Estados Unidos necesitaría un visado S y no hay suficientes para todos», añadió.
Dijo que, con demasiada frecuencia, los informantes reciben visados temporales para permanecer en Estados Unidos de año en año, sin garantía de renovación. «Así que a menudo viven en un horario muy peligroso», dijo.
Zúñiga dice que se arrepiente profundamente de sus errores en los años noventa y que, hasta su deportación, había llevado una vida ejemplar en Estados Unidos, dirigiendo un negocio de artículos médicos en Miami con su esposa y trabajando como voluntario en un ministerio religioso cristiano que visitaba las cárceles.
Durante décadas se le permitió ir y venir con el patrocinio de la DEA, con un visado especial de «interés público». En 2016 comenzó el proceso de residencia, pero después de que Trump asumiera el cargo, su libertad condicional fue eliminada bajo la política de ‘cero tolerancia’ que marcó su antigua condena por delito grave.
El 31 de octubre de 2018, un agente del ICE se presentó en su oficina y lo detuvo delante de su mujer y sus empleados.
«Había como cinco tipos allí y tenían sus chalecos y armas y coches con luces, como si fuera un gran problema. Era ridículo», dijo Roxanne Zuñiga. «Dije ‘qué está pasando’ y me dijeron ‘nos lo llevamos detenido'».
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