Umberto Petricca, el inmigrante que construyó un imperio a la sombra de la corrupción y las relaciones políticas en Venezuela
Por Clarisa Mora
Luego de haber abandonado el sur de su natal Italia, décadas atrás arribó a Venezuela un inmigrante que pronto obtendría fama por sus dotes para los negocios. Quienes recuerdan sus inicios en el sur del continente americano cuentan que tenía poco dominio de la escritura y la lectura y que hablaba poco español.
En su país de origen era «geometra» o agrimensor, un oficio técnico asociado a la topografía, cartografía, geodesia, medida de superficies y la elaboración de planos de terrenos.
En una carretera de Venezuela el inmigrante conoció a una joven mujer, quien luego se convertiría en su esposa. Tanto ella como su familia se dedicaban, entre otros negocios, a la elaboración de productos tradicionales de pastelería.
El inmigrante, Umberto Petricca y su esposa, Albertina de Petricca, quienes procrearon varios hijos, serían tiempo más tarde los líderes en Venezuela de un gran imperio empresarial.
Pero sin llegar completamente a la separación, el agrimensor se dio la oportunidad de formar una segunda familia y tener otros descendientes, no oficialmente reconocidos.
Todavía joven, Umberto Petricca inició una sociedad con los hermanos de su esposa Albertina, para quienes era tan solo un soñador temerario. Pasados algunos años la sociedad llegó a su fin y Petricca decidió comprar la participación de sus cuñados en una empresa de obras civiles, Constructora Pedeca.

En la época de efervescencia del partido Acción Democrática (AD) en Venezuela,conocida también como la «Cuarta República», Petricca pasó a convertirse en una figura de confianza para altos representantes de la organización política. Para algunos se trataba de un socio y «testaferro» de Leopoldo Sucre Figarella, miembro de AD y quien entre otros cargos, fue presidente de la Corporación Venezolana de Guayana y ministro de Obras Públicas de Venezuela. La relación con Sucre Figarella le permitió a la constructora de Petricca hacerse de infinidad de contratos de obras para el Estado venezolano.
El despegue de los negocios de Petricca estuvo favorecido por el amparo que el empresario recibió de líderes de AD. Su empresa, Constructora Pedeca, gestionaba más del 70% de las vías privatizadas en Venezuela, con sus respectivos campamentos para procesar productos asfálticos destinados a pavimentar las carreteras privatizadas. La empresa también se encargaba del manejo de peajes localizados en las mismas vías.
En el año 1991 Petricca adquirió la Universidad Santa María (USM), que había sido la primera institución de educación superior privada de Venezuela, fundada en 1953, de donde había egresado como economista. Para el momento de la adquisición se aseguraba que la universidad estaba bajo el dominio de Blanca Ibáñez, hoy viuda del expresidente Jaime Lusinchi, quien fuera también miembro del partido Acción Democrática. Para la compra de la universidad Petricca se asociaría con Vittorio De Stefano, otro empresario.

En 1993 Umberto Petricca creó el Canal Metropolitano de Televisión (CMT), conocido también como Canal Máximo Televisión y Caracas Metropolitana Televisión. El canal, en banda UHF, constaba en su programación con noticias, cine, documentales y entrevistas, hasta ser cerrado luego el 9 de febrero de 2007. El empresario disponía además de unas nueve estaciones radiales distribuidas entre los estados Trujillo, Anzoátegui, Táchira, Falcón y Zulia, que obtuvo en subastas realizadas por el Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (FOGADE) y que antes habían pertenecido en Venezuela a bancos que quebraron en la década de los años 90’s. En 2004 Petricca compró la propiedad del diario regional El Norte, en el estado Anzoátegui, que en 2014 vendió al grupo Urbano Fermín, implicado en escándalos de corrupción petrolera.

Los medios de Petricca tuvieron su buen momento con el chavismo, hasta que CMT fue acusado de fomentar el golpe de Estado en 2002 contra el entonces mandatario Hugo Chávez, en el que el empresario Pedro Carmona Estanga se juramentó como presidente interino de Venezuela. Años después Petricca logró limar algunas asperezas con el chavismo en un intento por preservar sus negocios.
Petricca fue director principal del Banco Fondo Común, junto al banquero Víctor Gill Ramírez, siendo también accionista de otras instituciones bancarias en Venezuela entre las que se asegura han estado Del Sur y Banco Exterior. El empresario también habría comprado un banco en su pueblo natal en el sur de Italia. En una oleada de adquisiciones, el empresario compró numerosos bienes inmuebles, franquicias de comida rápida (pizzas, hamburguesas y otras), pero también franquicias de Blockbuster, que formaban parte de la cadena estadounidense de videoclubes.
Junto al empresario Tobías Carrero, propietario de la aseguradora Multinacional de Seguros, Petricca se convirtió en donante de la carrera presidencial de Hugo Chávez. Después del arribo de Chávez al poder, los negocios de Petricca se siguieron multiplicando en Venezuela, aunque perdió control de las concesiones viales que tenía desde los tiempos de Acción Democrática.
No obstante, la universidad de Petricca pasaría a ser una suerte de «fábrica de títulos», posgrados, maestrías y doctorados para abogados y jueces afectos al chavismo.
Luego de desprenderse de su sociedad con Vittorio De Stefano, al que acusó de fraude, Petricca ocupó a Carlos Enrique Peña como rector académico de la Universidad Santa María. Peña había sido juez en Caracas, con un desempeño que se decía había sido escaso de pulcritud. El exjuez conseguiría entonces hacerse de mucho poder dentro del sistema judicial venezolano. Una hija de Peña fue designada fiscal del Ministerio Público, cuando la fiscalía de Venezuela estaba a cargo de la exfiscal General Luisa Ortega Diaz, designación que se aseguró se debía supuestamente a favores políticos del chavismo.
Petricca hizo también negocios con Juan Carlos Escotet, fundador del grupo bancario Banesco. En medio de la relación emergieron señalamientos acerca de unos bonos del Banco Central de Venezuela, presuntamente falsificados, que pasaron de manos del empresario de origen italiano a las de su socio banquero, en uno de sus negocios.
Los negocios de Petricca se expandieron por varios estados de Venezuela. Uno de esos fue Anzoátegui, donde obtuvieron rendimiento tanto con políticos de Acción Democrática, como con chavistas. El empresario hizo algunos negocios con Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y sus compañías disfrutaron de la feria de contratos del exdirector de la Faja Petrolífera del Orinoco, Pedro León, emblema de la corrupción petrolera en Venezuela en la gestión del expresidente de la estatal, Rafael Ramírez.
El hijo menor del empresario, fruto de su matrimonio con Albertina de Petricca, Gustavo Petricca, siguiendo los pasos de su padre, formó diferentes negocios, algunos con empresarios tan controversiales como Nelson Bustamante Abidar, señalado de haber formado parte de la red de corrupción petrolera de Pedro León.
Muy a pesar de sus relaciones comerciales con figuras de la corrupción chavista, los Petricca no han sido objeto de sanciones en los Estados Unidos, donde ahora residen, localizándose en Houston, cuna de los negocios petroleros estadounidenses. Hasta la fecha las autoridades de los Estados Unidos no han aplicado medidas contra ellos, en sus acciones contra testaferros, facilitadores y blanqueadores de capitales de la corrupción en Venezuela.
Miembros de la familia recorren a sus anchas Italia, España y otros países del mundo. Tras un fracaso sentimental, Gustavo Petricca, hijo del inmigrante italiano, tuvo un segundo matrimonio, superando insinuaciones acerca de su orientación sexual. Su hermano mayor, Juan Carlos Petricca, también rehizo su vida con una segunda relación matrimonial. Entre ambos subyacería una pugna, por celos del menor hacia las atenciones y preferencias de su padre hacia su hermano mayor, quien ha dilapidado parte de la riqueza de la familia en sus romances.
La familia cuenta con yates, aeronaves, inmuebles de lujo y otros bienes tanto en Venezuela como en otros países. Habrían preferido dejar Venezuela por temores a su seguridad personal.
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