María Reyes | Opinión
En un país agobiado por diferentes crisis, el errático comportamiento de Laurentino Cortizo es otro motivo de preocupación para muchos panameños, pues no son pocos los rumores de que pudiera deberse a una posible medicación farmacológica, a una alienación propia de la edad o a cualquier otro motivo.
Los ocasionales discursos fuera de contexto están llevando a muchos ciudadanos a buscar explicaciones en cualquier conjetura. Contradictoriamente, mientras el Gobierno de Panamá invita a todos a permanecer en sus casas, todavía más si se han contagiado con la enfermedad, para no contribuir con la propagación de la COVID-19, el presidente Cortizo declara: “Y si en algún momento llego a salir positivo de la mano de Dios me la voy a rifar, pero no me voy a quedar en mi casa. A mí no me hicieron para quedarme en casa. A mí me gusta salir, ver la gente, hablarle…”. Pero para ser todavía más contradictorio, el jefe de Gobierno a expresado: “Cada semana me realizan la prueba de COVID-19 por prevención y el día de hoy resultó negativa. Seguiré trabajando, recorriendo el país, con las precauciones necesarias y les reitero, de salir positivo haré mi cuarentena tal cual lo indican las autoridades de salud”.
Pretendiendo cumplir o no la cuarentena, si llegase a salir positivo con la COVID-19, lo cierto es que al jefe del Palacio de Las Garzas le buscan similitudes con el estilo caudillesco y mesiánico de Omar Torrijos Herrera; unos modos que no son aceptados por muchos en Panamá. Y de allí que vuelva a repetirse bastante la tan difundida idea del supuesto parentesco biológico entre ambos.

Pero las comparaciones no quedan ahí. El líder de Gobierno panameño siempre deja entrever que recibió una completa y elitista formación académica y profesional, no muy distinta a la de Martín Torrijos, o como algunos prefieren llamarlo por el motivo que sea, biológico, político u otro, su “hermano”.
Siempre esmerado en no dejar pasar por alto en sus discursos, sus años de formación en los Estados Unidos, su dominio del idioma inglés y otras aptitudes, termina por reafirmar la percepción que hay sobre su estilo caudillezco y torrijista (Omar Torrijos). Y cuando de palabras contradictorias se trata, evoca rumores hasta de una posible senilidad y del deterioro de su salud física y mental, temas que de ser ciertos, pudieran incluso conducir a que deba separarse de sus funciones antes de poder completar su lapso constitucional, ya sea por voluntad propia o por inhabilitación.
En medio de toda esta situación, están los llamados “gobiernos paralelos” que se han conformado de facto a la sombra del Gobierno de Cortizo. Amén de otros constituidos por la cúpula política del Partido Revolucionario Democrático (PRD), está el llamado “Gobierno paralelo” que deja el destino de los panameños en manos del vicepresidente José Gabriel Carrizo, cuyas acciones fuera de orden han propiciado que varios ministros, para no incurrir en faltas graves, hayan preferido renunciar.

En ese “Gobierno paralelo” de Carrizo algunos de los más privilegiados han sido miembros de su logia masónica, entre ellos Óscar Ramos, exsecretario de Comunicación del Estado y yerno del comentarista de boxeo Juan Carlos Tapia. Lo peor de todo es que se trata de una gestión paralela que ha llegado en busca del regocijo económico de quienes la constituyen y no del bienestar de todos los panameños.
Y si de otros escándalos se trata en el denominado “GobierNito”, uno de los más recientes es el del embajador de Panamá en India, Arturo Fábrega, designado por Cortizo. Ahora resulta que Fábrega estaría siendo investigado por un negociado con pasaportes en la sede diplomática a su cargo.¡Qué más faltará por ver!
Las aseveraciones expuestas en este artículo son solo del autor (a) y no representan de forma alguna afirmaciones u opiniones editoriales de expresa.SE
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