Armando.info: Amsterdam fue la estación final del dinero del Metro de Caracas

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Joseph Poliszuk
armando.info

Una serie de empresas de fachada en Países Bajos, registradas a nombre de un empresario claramente identificado pero que permanece en libertad, suscribieron contratos con Odebrecht que cubrían el desvío de fondos, destinados oficialmente a obras de infraestructura en Venezuela, para el pago presunto a ‘funcionarios y políticos extranjeros’, como estableció hace tiempo la fiscalía holandesa. Ahora surgen en alertas del Deutsche Bank al Departamento del Tesoro estadounidense las evidencias de transferencias de millones de dólares a una de ellas.

Parte de los fondos destinados para expandir el Metro de Caracas terminaron en Holanda. La ruta del dinero evidenciada en los llamados FinCEN Files por primera vez muestra que la constructora brasileña Odebrecht, que quedó debiendo a la capital venezolana obras contratadas como el Cabletrén de Petare, se ocupó en cambio de completar una autopista financiera que desvió el dinero del Metro de Los Teques o del Tren Guarenas-Guatire a cuentas bancarias en el Reino de los Países Bajos.

Unas pocas transferencias, camufladas entre los más de 2.100 reportes de actividades sospechosas de la banca en Estados Unidos –originalmente filtrados a Buzzfeed News, analizados por Armando.info y otros 107 medios bajo la coordinación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés) en los FinCEN Files–, dan cuenta de algo más de siete millones de dólares que salieron de la filial venezolana de Odebrecht a una desconocida empresa registrada en los Países Bajos con el nombre de Finandi Equipment BV.

El nombre de la compañía neerlandesa no pasó inadvertido en el Departamento del Tesoro estadounidense –para las autoridades de su Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN, por sus siglas en inglés)– a pesar de que iba dentro de una maraña de transferencias, por más de 337 millones de dólares, que la filial venezolana de Odebrecht movió en 79 operaciones solo entre septiembre y octubre de 2015.

Los oficiales de cumplimiento de la sucursal en Estados Unidos del Deutsche Bank y, luego, sus interlocutores del Departamento del Tesoro, levantaron la bandera roja tras notar que entre los fondos se encontraban 65,3 millones de dólares provenientes de la empresa estatal Petróleos de Venezuela. Si bien buena parte del monto que Odebrecht recibió de Pdvsa luego fue transferido al consorcio a cargo de la tantas veces prometida y nunca concluida central hidroeléctrica Manuel Piar de Tocoma –la misma que prometía generar una nueva fuente de energía sobre el río Caroní, desde el estado Bolívar, en el sur de Venezuela–, una porción ciertamente llegó a la novata Finandi Equipment BV.

De Las Mercedes a Guatire. De Charallave a Los Teques. Así prometía el futuro el Metro de Caracas apenas 10 años atrás.

El reporte de actividades sospechosas retrata el desvío de 7,1 millones de dólares a través de cinco transferencias pero, más que eso, asoma un nuevo canal, hasta ahora desconocido, por el que se encauzaron fondos en la trama local del caso Odebrecht.

Sospechoso repetido

La información fiscal de la empresa Finandi Equipment BV, registrada en abril de 2011, aparece en la ciudad de Amsterdam a nombre del empresario holandés Hendrik van Wijlen. El nombre de este hombre de negocios ya había surgido en diligencias de la justicia neerlandesa, que lo habían relacionado con Odebrecht y las otras empresas de ingeniería civil brasileñas que forman parte del elenco del ya célebre caso Lava Jato.

Sin mencionarlo explícitamente, el Ministerio Público de los Países Bajos (FIOD, por sus siglas en holandés) anunció en febrero de 2019 la apertura de una investigación contra un individuo que resultó ser Van Wijlen. Informó sobre la inspección a seis oficinas y domicilios relacionados con él, sobre la incautación de algunos de sus computadores, y formalizó el inicio de una investigación.

“Se sospecha que las empresas holandesas han facilitado el pago de sobornos a gran escala”, manifestaron las autoridades de la fiscalía en un comunicado del 26 de febrero de 2019. “Los sobornos fueron pagados por el conglomerado brasileño Odebrecht SA y probablemente estaban destinados en última instancia a funcionarios y partidos políticos extranjeros. Se trata de un mínimo de 100 millones de euros que han pasado por el sistema financiero holandés”.

Desde entonces, en los Países Bajos no hay más noticias sobre el caso. Aunque para este reportaje se le solicitó a la Fiscalía mayor precisión sobre el estado de la investigación, un portavoz del Ministerio Público se limitó a señalar desde Amsterdam que el proceso está en marcha. Los FinCEN Files, de cualquier modo, adelantan algo que no han advertido ni los fiscales holandeses ni mucho menos han investigado sus colegas venezolanos: lo de Finandi Equipment no fueron unas meras transferencias, sino una de las vías que empleó Odebrecht para lavar el dinero de Venezuela.

Entre los más de 2.100 reportes de actividades sospechosas filtradas e investigadas en los FinCEN Files quedaron registradas cinco transferencias a la entonces desconocida Finandi, que suman 7,1 millones de dólares.

Contratos ficticios

De acuerdo con el reporte de actividades sospechosas emitido por el Deutsche Bank, a Finandi Equipment llegó una porción de los recursos que Pdvsa depositó a Odebrecht a finales de 2015. Pero el nombre de otra empresa homónima –ya no Finandi Equipment sino Finandi Voorschoten– aparece en los contratos acumulados en tribunales de Brasil junto a facturas, documentos y testimonios que sustentaron los cientos de juicios derivados de la trama de Lava Jato.

En uno de esos contratos, con fecha del 2 de febrero de 2014, Odebrecht alquilaba a la neerlandesa Finandi Voorschoten dos máquinas especiales que a lo largo de tres años perforarían los túneles del tren Caracas-Guarenas-Guatire, una extensión ferroviaria del sistema del Metro de Caracas que comunicaría a la capital venezolana con dos ciudades-dormitorio al este.

“La vigencia del Acuerdo será de treinta y seis (36) meses a partir de la entrega de cada equipo en Puerto Cabello, República Bolivariana de Venezuela”, reza el documento. “El pago del arrendamiento de cada equipo se abonará sobre la base de una tarifa mensual, fija e indefinida de quinientos cincuenta mil euros (550.000,00 €) desde la entrega efectiva de cada equipo al arrendatario en Puerto Cabello”.

La maquinaria nunca llegaría a Venezuela; el Metro de Caracas tampoco alcanzaría los suburbios de Guarenas. El dinero, sin embargo, se evaporó: el monto del contrato suscrito sobre ese papel, más de 46 millones de dólares, serviría de tapadera para el desvío de fondos.

Contratos ficticios de Ode… by ArmandoInfo

 

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