Isabel Guerrero
armando.info
Se cumple un año de la creación de la Corporación Socialista de Telecomunicaciones y Servicios Postales, que culminó la paulatina conquista ideológica y comercial del sector en Venezuela por el castrismo, tanto como proveedor tecnológico así como mentor ideológico. Por una parte, empresas estatales cubanas como Albet o Copextel encontraron en la administración pública de Caracas voluminosos ingresos y oportunidades para desarrollar una experticia que, de otra manera, no tendrían; por la otra, el comandante Ramiro Valdés impuso su concepción de la informática y las telecomunicaciones como una herramienta de represión y seguridad interna. Los cubanos llegaron a constituir una empresa privada exclusiva para Venezuela y, a través de una compañía binacional, por fin consiguieron un puesto en el nuevo holding venezolano.
El comandante Ramiro Valdés Meléndez es un histórico de la Revolución Cubana. Veterano del asalto al Cuartel Moncada, de la expedición del yate Granma y de la lucha en la Sierra Maestra, a sus 88 años de edad ostenta diversos cargos en la jerarquía castrista, algunos de índole política, aunque universalmente se le distinga como el arquitecto del eficaz aparato de seguridad antillano. Anciano, poderoso y aún temido, quizás por todas esas razones cada tanto en las redes sociales se propala la primicia de su supuesta muerte. Ese perfil, siniestro y prediluviano, no le impidió presidir la activación en Cuba de un sector comúnmente asociado con la innovación: las telecomunicaciones.
Antes que cualquier otra consideración, incluso como negocio, a las telecomunicaciones se las concibe en La Habana como un asunto de seguridad de Estado. Valdés supervisó en los años 90 la creación del consorcio estatal Copextel y, ya entre 2006 y 2011 como titular del ministerio de Telecomunicaciones, su orientación hacia una política enfocada en la vigilancia y espionaje a través de redes informáticas.
No es de extrañar que Valdés, asesor directo del régimen chavista en Venezuela, haya traído consigo a Caracas tanto esa doctrina como a la propia Copextel. La empresa cubana mantuvo en Venezuela hasta 2019 un esquema de asesorías a través de la empresa CVC Soluciones y Servicios Tecnológicos Integrales C.A., con registro fiscal venezolano y oficinas en el centro de la capital venezolana.
Pero a mediados del año pasado, la administración de Maduro dio un paso más en la progresiva cubanización del sector al crear en 2019 la Corporación Socialista de Telecomunicaciones y Servicios Postales C.A. Al holding estatal se adscriben empresas ya tradicionales como Cantv, Movilnet, Telecom Venezuela, Red TV e Ipostel, a la que se suma, curiosamente, la empresa mixta Gran Caribe, en la que son socios Cuba y Venezuela.
Para presidir esta corporación, Maduro escogió a alguien de su entera confianza, Jorge Eliéser Márquez, general de brigada de la Guardia Nacional Bolivariana, quien también dirige la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) desde 2017. En mayo de 2020 ocupó la dirección de la junta administradora ad hoc de Directv, después del madrugonazo que dio la empresa privada de telecomunicación satelital cuando cesó todas sus operaciones para irse del país. Mucho antes de eso Márquez había sido objeto de una sanción del Departamento del Tesoro estadounidense, en noviembre de 2017. Luego, en junio de 2020, recaería sobre él una sanción de la Unión Europea emitida, como en el caso de la norteamericana, por el rol de Márquez en la censura de medios informativos.
Pero que un militar esté al frente del nuevo consorcio estatal de las telecomunicaciones venezolanas no ha neutralizado las amenazas a la soberanía que representa la creciente intromisión cubana. Por el contrario: luce como su conquista definitiva.
La batalla de los “bytes”
En 2006, cuando Venezuela se preparaba para un evento electoral que ratificaría a Hugo Chávez en la presidencia, Cuba hacía los enroques para mantener su influencia en el gobierno bolivariano y seguir prestando servicios. En simultáneo, Ramiro Valdés asumió en la isla el Ministerio de Informática y las Comunicaciones.
Tras los comicios, no solo Chávez seguía al mando, sino que se autoproclamó “socialista”. Fue el pistoletazo de partida para una racha de nacionalizaciones en sectores estratégicos. Entre ellas estuvo la de la telefónica Cantv, hasta entonces y durante quince años en manos de la estadounidense GTE/Verizon. La re-estatización de la compañía dio al traste con las negociaciones que se venían haciendo para levantar desde la nada una nueva telefónica oficial, CVG Telecom, que recibió propuestas de Uruguay y China para la dotación de equipos, software y servicios. A fin de cuentas, nacionalizar Cantv saldría más barato y tendría resultados más inmediatos.
Así Cantv y sus filiales pasaron a manos del Ministerio de Telecomunicaciones y la Informática dirigido por Jesse Chacón. La presidencia de la telefónica la ocupó Socorro Hernández, quien ganó notoriedad cuando asumió la dirección de la Sala Situacional de Automatización, Informática y Telecomunicaciones (AIT) de Pdvsa durante la huelga petrolera de 2002. La transición había comenzado y en silencio ya se encaminaba el virtual take over del sector telecomunicaciones por las empresas cubanas Copextel, Cubatel, Etecsa y la recién creada comercializadora de software, Albet Soluciones y Servicios, entre otras.
El diseño “socialista” del sector compartía la premisa del comandante Valdés: las nuevas tecnologías constituían “uno de los mecanismos de exterminio global” y, por tanto, debían ser dominadas, tal como lo dijo el veterano comandante en la Convención de Informática del año 2007, en La Habana. Designó esa misión como un “campo de batalla en la lucha contra el imperialismo”.
El año siguiente, en 2008, Valdés firmó un memorando de entendimiento con Rafael Ramírez Carreño, para entonces ministro de Energía y Petróleo y presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para la creación de Guardián del Alba S.A. Sería administrada por Albet Soluciones y Servicios -fundada en noviembre de 2005- en conjunto con AIT Pdvsa, de donde venía Socorro Hernández, y ambas se encargarían del desarrollo de software nacional con la finalidad de “preservar la soberanía e independencia petrolera”, según reseñaba una nota de prensa.
Esta asociación cubano-venezolana cumpliría el papel de Intesa, que hasta la huelga de 2002 y desde la política de apertura era la responsable del servicio de tecnología de la información de la petrolera estatal. El 40% que poseía la estadounidense Science Applications International Corporation (SAIC) pasó a manos del Estado venezolano y, con esto, el corazón informático de Pdvsa fue conectado a un respirador. Se cambió una hegemonía por otra.
A las empresas cubanas se le encargaban entre tanto otros proyectos en territorio venezolano, Una de ellas, de acuerdo con el Registro Nacional de Contratistas (RNC), es CVC Soluciones y Servicios Tecnológicos Integrales C.A. Aún se encuentra activa y su expediente mercantil está actualizado hasta agosto de 2019, cuando nombró nueva junta directiva. Mantiene al día su oficina comercial, que se encuentra en dos locales contiguos ubicados en el antiguo edificio del Fondo Latino, en el centro de Caracas, y ha sido la misma desde su fundación en 2005.
Tiene número fiscal venezolano y participación societaria extranjera. Los documentos constitutivos señalan que fue creada en el marco del convenio integral entre los dos países y tiene por objeto “la explotación del ramo de telecomunicaciones, electrónicas e informática”. En el expediente mercantil se explica que esta compañía “es la entidad administradora de los proyectos contratados” por: Corporación Copextel, Universidad de Ciencias Informáticas (UCI-Albet) y el Ministerio de Informática y Comunicación de Cuba.
Hasta 2009, CVC Servicios y Soluciones tenía dos accionistas: la empresa panameña Corporación de Inversiones Globales S.A. CIGSA (99,8%) y Copextel (0,2%). En su expediente en el registro mercantil correspondiente en Caracas se recoge una ampliación del objeto social de su accionista minoritario Copextel, firmada por Ramiro Valdés como ministro de la Informática y las Comunicaciones de Cuba.
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