La epidemia de sobornos de Alex Saab y Álvaro Pulido en la Asamblea Nacional de Venezuela
Un diputado venezolano de la oposición dio constancia de lo que en voz baja comentaban en círculos políticos del país suramericano: que el Gobierno de Nicolás Maduro intentaba comprar las conciencias de algunos parlamentarios en una maniobra para impedir que el jefe del Legislativo, Juan Guaidó, fuese reelecto para un nuevo período en sus funciones.
En un confuso procedimiento donde participaron 18 legisladores opositores resultó electo como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela el 5 de enero pasado el diputado Luis Parra, expulsado de las filas del opositor partido Primero Justicia tras la publicación de un reportaje de investigación del portal Armando Info que lo vincula supuestamente a Alex Saab y Álvaro Pulido Vargas, socios de Maduro implicados en el negocio de la distribución de alimentos en Venezuela, ambos sancionados en julio por la Administración Trump.
«Me ofrecieron 750,000 dólares para torcer la voluntad popular y no apoyar al presidente Guaidó», aseveró el diputado José Hernández a la periodista Beatriz Adrián.
«Esa era toda la mecánica y así lo hicieron los otros diputados que lamentablemente cayeron en esa traición», agregó Hernández, quien se negó a aceptar el supuesto soborno y dio su apoyo a Guaidó en una sesión parlamentaria paralela posterior efectuada en la sede de un diario en la que resultó reelecto Juan Guaidó por 100 votos.
Según un reporte de Univisón, otro diputado opositor que parece ratificar la tesis de la compra de votos de legisladores disidentes fue Juan Pablo Guanipa, quien fue captado en el momento por una cámara del sitio CNV24 en el momento en el que hace un enérgico reclamo a otros dos diputados en la propia sede parlamentaria, quienes no aparecen en la toma.
«Qué tristeza me da. No te rías. Tienes que estar por dentro jodido. (…) Ningún ofensivo, la ofensa la estás haciendo tú a tus electores y te lo van a cobrar», le reclama Guanipa al diputado.
Mientras Guaidó forcejeaba afuera del edificio con los guardias nacionales que le impedían entrar, en el hemiciclo legislativo el diputado Luis Parra en medio de las protestas de los diputados opositores que habían logrado franquear el cerco, recibía órdenes directas y a gritos de un parlamentario chavista, Francisco Torrealba.
“Mira, pana (amigo), siéntate ahí”, le gritó Torrealba a Parra, indicándole el asiento del presidente de la Asamblea. «Siéntate y nos quedamos todos aquí. Nadie se va”, agregó.
En medio de los gritos, se cuela otra voz y le ordena: “Que se quede ahí cuidando esa mierda”.
«¡Golpistas!», gritaban por su parte opositores a Parra y a su nueva junta directiva, escogida a mano alzada, sin recuento de votos.
Tras la atípica sesión en la sede parlamentaria donde resultó removido Guaidó, Nicolás Maduro daba la bienvenida a la nueva directiva de la Asamblea.
Pero los procedimientos fueron tan cuestionables, que llovieron rápido críticas de muchos países (incluso aliados del régimen de Maduro como Argentina y México) y de varias organizaciones internacionales.
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