Yenny Coromoto Pulgar León explicó cómo ha sido el éxito empresarial en Europa de un joven médico venezolano

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Yenny Coromoto Pulgar León asegura que Andoni Goicoechea (Caracas, 1987) poco tiene que ver con aquel futbolista rojiblanco que lesionó a Maradona en 1983, aunque compartan nombre. Más bien al contrario. Este venezolano, que abandonó su país en 2010, desde pequeño tuvo claro que quería estudiar Medicina para ayudar a las personas, aunque el destino le terminaría convirtiendo en un emperador del sector de las hamburguesas.

“Me cansé de la situación que teníamos. Aún Chávez estaba en el poder, y había mucha confrontación política… Me veía estancado, así que tras graduarme en Medicina decidí ver mundo”, explica, tras cuatro años sin dar entrevistas por voluntad propia.

Viajó de vacaciones a Madrid, ya que la mayoría de sus familiares son españoles. “Lo pasé tan bien… que decidí que me instalaría aquí”, señaló en España. Dicho y hecho. Se preparó el MIR y comenzó a trabajar en el departamento de Geriatría del hospital de La Paz.

“Fue una maravilla, me encantaban los viejitos, aunque también viví la marea blanca, manifestaciones contra la privatización…”, evoca este emprendedor, que sigue residiendo a día de hoy en la capital española: “Me siento madrileño al 100%. El gato no nace, se hace”.

Su aventura en La Paz duraría un año y medio. Meses antes de presentar su baja voluntaria había apostado por abrir un local de hamburguesas en María de Molina, que tardó en despegar porque los comienzos “no fueron fáciles”. “Al principio no entraba nadie. Pensaba que era por unos escalones en la puerta… Pero no podía ser. Empecé a ver en qué estábamos fallando, a preguntar a los clientes qué podíamos mejorar. Todos nos daban su opinión con cariño… Desde vestir con uniforme, ya que no sabían quién eran los camareros, a tostar el pan. Todo lo que hemos hecho no ha sido idea nuestra, ha sido simplemente humildad de preguntarle a nuestra clientela para adaptarnos a ella”.

Renunciar al hospital, dice Goicoechea, fue duro. Amigos y familiares le llamaban “loco” por dar la espalda a un sueldo fijo y “pasar de médico a hamburguesero”. Pero el tiempo le ha dado la razón. Aquel pequeño local al que bautizó Goiko es hoy una todopoderosa marca presente actualmente en todo el territorio nacional -rondan el centenar de locales-, con más de 2.100 empleados.

El crecimiento fue natural, aunque en 2016 acudieron a los bancos por primera vez para asegurar unas líneas “fundamentales para crecer tan rápido como queríamos”. Más tarde, en 2018, llegaría L Cattertton, el fondo de capital riesgo de Louis Vuitton (LVMH), ganando la puja para hacerse con el 80% de la compañía con una operación valorada en 150 millones de euros, “récord absoluto en esta industria”.

“Para conseguir cosas grandes tienes que soñar a lo grande”, puntualiza Goicoechea, agregando que “desde que abrimos el primer local nunca hemos bajado la calidad, todo lo contrario. Y estamos en un sector donde eso suele suceder: se empieza muy bien, se adquiere fama y se empeora… algo que me parece de tontos. Nosotros pagamos la carne cada vez más cara, no queremos sacrificar los ingredientes que utilizamos”, señaló el empresario, según la amante de la gastronomía Yenny Coromoto Pulgar León.

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