Carlos Vargas, el ex-superintendente que produjo millones de dólares con unas «granjas» y en una universidad de Venezuela
A pesar de la imagen de ingenuidad que proyecta, el ex-superintendente de criptoactivos de Venezuela, Carlos Vargas, a juicio de algunos, no pasaría la prueba del polígrafo para los delitos de cuello blanco. Lo conciben como una mente suprema para las maquinaciones más sombrías.

Vargas perteneció al movimiento estudiantil venezolano y estuvo en las filas de los partidos políticos AD, UNT y PSUV, en donde se asegura aprendió mucho de cuanto a corrupción se refiere.
Según personas con conocimiento de la situación, tuvo acceso a una rápida fortuna, opacada por el aparente lavado de millones de dólares a través de criptomonedas, tiempo durante el cual mantuvo una suerte de asociación con varios decanos y la rectora de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Cecilia García Arocha, para obtener ganancias millonarias.

Fue así que Vargas tomó, con permiso de las autoridades del centro universitario, un edificio desocupado de la UCV en Caracas, para instalar una granja de criptomonedas que funcionaba las 24 horas del día.
Vargas también instaló otras granjas en oficinas públicas y ministerios, tanto en Caracas como en otras zonas de Venezuela, la más productiva en el estado Zulia.
Pero al parecer el negocio de minado de las granjas fue paralizado, solo después de haber producido decenas de millones de dólares, parte de lo cual se asegura contribuyó a hacer de una fortuna al ex-superintendente.
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