Armando Info: Entre flores y espinas se bate el chocolate de Barlovento | Venezuela
ISABEL GUERRERO
Armando Info
El cacao venezolano representa menos del uno por ciento del cacao que se comercia a nivel mundial, pero sus granos y el chocolate que se obtiene a partir de él se exhiben en ferias internacionales a través de empresas nuevas en el negocio y estrechamente vinculadas con la familia presidencial. A través de guiños al sistema cambiario, el extraordinario producto venezolano genera grandes cantidades de divisas que quedan fuera de Venezuela, paradójicamente, gracias a un monopolio del Estado que mantiene férreo control sobre la cadena de comercialización y exportación. Todo ocurre en medio de una escalada de violencia y criminalidad que mantiene secuestrado a las zonas productoras, principalmente Miranda y Sucre, obligándolos a abandonar los campos o morir en el terreno.
Una vez al año, París se convierte en la capital mundial del cacao y chocolate. La crème de la crème de la industria está presente en el Salon du Chocolat, un evento de tradición y reconocimiento que abarca las últimas tendencias del mercado y tiene como escenario la Puerta de Versalles, en el corazón de Francia. En el 2017, junto a otros 500 expositores, debutó la empresa venezolana Esaica vinculada a la familia cercana de Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro y una de las operadoras políticas más influyentes de la autodenominada Revolución Bolivariana.
Tras su fundación, en 2015, la compañía ha estado presente en las ferias y eventos internacionales más importantes del sector, haciendo gala de los mejores granos de cacao fino de aroma provenientes de la zona de Barlovento en la costa del estado Miranda, centronorte de Venezuela, un territorio conformado por seis municipios que concentran la segunda mayor producción del rubro. Ese territorio es gobernado por Héctor Rodríguez, quien ganó las elecciones estadales de 2017 apoyado por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). Desde su llegada, después de una larga gestión del líder opositor Henrique Capriles Radonski, el nuevo gobernador concentró el negocio cacaotero y creó un oligopolio que privilegia a pocas manos, en una región azotada por la violencia, institucionalidad debilitada y donde el productor fue lanzado al olvido.
Los galpones de Esaica (Especialistas Integrados Agrícolas C.A.) están en Yaguapita, municipio Acevedo –el de mayor extensión de la zona mirandina–. La empresa se dedica al cultivo, secado y almacenamiento del cacao criollo con miras a obtener un producto orgánico de calidad que puedan exportar. Así lo dice su página web, en la que comparte una galería fotográfica de los puestos que la empresa ha montado en eventos de Europa y Japón para promocionar sus productos premium.
A pesar de estar ubicada en una de las regiones más violentas del país, esta hacienda parece no sufrir los mismos problemas que sus vecinos barloventeños: no ha sido expropiada, no sufren de robos de cacao, cuenta con todos los implementos e insumos, así como con permisos para la exportación y vía de acceso asfaltada, no se le decomisa la producción. Condiciones normales para cualquier negocio, pero privilegios exclusivos en la zona, donde otros miles de habitantes viven en la miseria y expuestos a la violencia.
Solo en 2018, el índice delictivo superó los 15.000 eventos entre homicidios, lesiones personales, hurtos, secuestros, violaciones, robos y resistencia a la autoridad, según datos oficiales del Ministerio de Interior, Justicia y Paz (MIJP) a los que Armando.Info tuvo acceso. En promedio, ante casi 43 delitos al día, los habitantes de Barlovento caminan con la sombra a cuestas, sin saber cuándo les tocará su turno.
Es una cruz con la que cargan sobre todo quienes heredaron las tierras de las grandes haciendas coloniales del siglo XVII, aquellas que dieron vida al eje cacaotero y hoy se extienden a lo largo de la Troncal 9, desde Caucagua hasta Cúpira. Las nuevas generaciones tuvieron que aprender a vivir en el miedo y a sonreír con celo. Algunos cambiaron las granadas por el machete para retomar los cultivos durante la declaratoria de las Zonas de Paz -uno de los primeros programas del Gobierno de Nicolás Maduro para contrarrestar la criminalidad desatada en todo el país-; otros hicieron lo contrario y sofisticaron sus métodos para infundir terror. Ahora hay bandas que operan en las boscosas vías y salen armadas hasta con motosierras.
“El cacao de Barlovento va a desaparecer por la inseguridad”, lamenta el joven productor José Medida, de Tapipa Grande, de uno de los tantos caseríos que se ubican a lo largo de la guillotina vial. Su trabajo se ha visto afectado por la delincuencia y ha ideado formas ingeniosas para no perder todo su esfuerzo.
Fue una de las voces que se levantó con fuerza en los encuentros que organizó la Asociación Nacional de Productores de Cacao (Asoprocave), con apoyo de la asociación civil Acción Campesina, para la consulta del proyecto de Ley de Cacao que esperan entregar a cualquiera de las autoridades que los escuche, sea las de Maduro o las del presidente encargado de oposición, Juan Guaidó.
La Tarasca de Miranda
Bajo el rótulo de Venezuelan Cocoa Beans, el matrimonio venezolano de Carlos Eduardo Villafranca Blanco y Erika Alexandra Albornoz Gavidia se lanzó a un viaje de placer y negocios a París en 2017.
Para la ocasión de la feria, en su stand exhibieron los granos de cacao en unas bolsas de fique importadas desde Colombia. Todo estaba dispuesto para hacer gala de la calidad del producto, promocionado como orgánico, edulcorando las restricciones impuestas en Europa relacionadas con la presencia de cadmio en el grano.
Villafranca es el vicepresidente de Esaica y presidente de la empresa homónima en Portugal, con sede en Lisboa, de la que posee 95% de las acciones. El restante 5% está a nombre de Max Alejandro Figueroa Rotundo, quien figura en la venezolana como Director Gerente. Albornoz Gavidia –sobrina del ex esposo de Cilia Flores, el también ex parlamentario del Psuv Walter Gavidia– no tiene acciones pero sí el cargo de Directora Administrativa en la empresa local. Para ella quedaron atrás los cargos en las instancias oficiales al lado de su tía política, en la Gerencia General Administrativa de la Procuraduría de la República y la Jefatura de la división de Recursos Humanos de la anterior directiva de la Asamblea Nacional -de la que fueron presidentes, como parlamentarios oficialistas, tanto Nicolás Maduro como Cilia Flores-, en donde también trabajó su esposo.
Entre cambios de domicilio, aumentos de capital y compra-venta de acciones, la empresa cacaotera se instaló con mayor fuerza en Miranda y poco a poco se fue erigiendo como aquella criatura mítica europea, que era un mosaico de extrañezas y de singular apariencia, conocida como la Tarasca.
Esaica, la Tarasca de esta historia, tiene una oficina en la Torre C del Centro Ciudad Comercial Tamanaco, en el sureste de Caracas, que pareciera estar desocupada, con excepción de una única persona que, al ser consultada sobre la empresa, responde parcamente: “Ellos la llamarán”. Ni la puerta ni el empleado tienen identificación, ni los números locales de teléfono son atendidos.
Aunque su página web los presenta como un “emprendimiento” fundado en los años 80 por un grupo de investigadores, especialistas e ingenieros agrónomos, que resurgió en el 2013, el documento constitutivo de la compañía data del 15 de abril de 2015 y fue registrado en Aragua, estado limítrofe con Miranda. Las acciones se las dividían Max Figueroa y Olivier Miguel Rondón Muñoz, quien poseía entonces, con 1% más, la mayoría accionaria. Es, además, el actual presidente de Esaica aunque ya no tiene la misma igualdad societaria.
Para finales de 2016, la empresa en Venezuela estaba constituida por siete socios, incluidos Carlos Villafranca, Max Figueroa y Olivier Rondón. Figuran como los mayoritarios en partes iguales: Mariana Andrea Staudinger Lemoine, Jenifer Karina Fuentes Gómez y Mario Enrique Bonilla Vallera. Además, con una cantidad mínima de acciones está José Alberto Asenso González.
De todos, Rondón es el que tiene más experiencia en el tema y es la cara visible de la compañía. En varias oportunidades se le ha visto hablando de la genética, de las exigencias de este rubro, de cómo los cultivos pueden mejorar y obtener un procesamiento orgánico bajo las condiciones adecuadas. Es ingeniero agrónomo de Maracay, con estudios superiores en Agricultura Ecológica y trabajó en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), del Ministerio de Agricultura y Tierras.
Por su parte, Figueroa es abogado y el que maneja el intercambio comercial en todas las escalas. Aprovecha el auge mundial del soft commodities (mercancías derivadas del cultivo) para posicionar el producto. En la red social Linkedin se presenta como abogado especializado en el área comercial y marítima y trader desde 2015, fecha en que aparece Esaica.
Villafranca se mueve de una feria a otra, de París saltó a la ciudad de Mihama, en Japón, donde asistió al Foodex Japan 2018, luego a Bélgica y Holanda. Posa con su franela de Esaica y agarra la mazorca como si toda la vida la hubiese visto crecer. Los que no figuran de ninguna manera visible son los otros socios.
De todos los socios de Esaica, Carlos Villafranca es la cara visible de la marca.
Lea el trabajo completo aquí
LOS MÁS BUSCADOS: Gustavo Lainette Aloma, el líder del «Movimiento Resistencia Venezolana» en los Estados Unidos acusado de violencia y estafa
LOS MÁS BUSCADOS: Autoridades de Venezuela solicitaron en 2020 la captura del youtuber Wender Enrique Villalobos por agredir a su expareja
LOS MÁS BUSCADOS: Porqué los Estados Unidos acusan a Pedro Luis Martín-Olivares de delitos de narcotráfico
